Carta publicada en "El Mercurio ", el 9 de Junio de 2005)
Señor Director:
Para quienes, como los que suscriben, son partidarios de una economía de mercado, la evolución del caso Celulosa Arauco es una muy mala noticia y un riesgoso precedente. Al margen del tema de los cisnes, de una externalidad negativa sobre otros productores de celulosa o de su impacto sobre la imagen-país, quizás el costo más grande y perecedero sea otro: los efectos que esta situación puede generar sobre la percepción de legitimidad del modelo de mercado prevaleciente en Chile y que ha sido la base del éxito económico de los últimos 20 años.
La conducta de la principal empresa privada de Chile tiene un tremendo peso específico. Querámoslo o no, en un mercado relativamente pequeño como el nuestro, una empresa de la talla e importancia del holding Empresas Copec refleja la cara visible del propio mercado. Por ello su responsabilidad con la sociedad y el mercado va más allá que la de cualquier actor privado.
Celulosa Arauco ha dejado en un pedestal un perfecto caballo de batalla a todos quienes hacen del ataque al modelo “neoliberal” su bandera de lucha. Este caso paradigmático será sacado a colación toda vez que sea necesario pregonar sobre los “horrores” del mercado.
Lamentablemente la empresa, con sus notables asesores comunicacionales y destacados estrategas legales, parece haber ido comprendiendo demasiado lentamente el alcance de los hechos que ha suscitado este año. La renuncia reciente del gerente general es una señal necesaria, pero tardía. El mercado y el país merecen algo más que explicaciones. Merecen un decidido cambio de actitud por parte de la empresa. Es de esperar que las medidas que empieza a tomar la empresa sean el inicio efectivo de ese giro que el país y el mercado esperaban hace tanto tiempo.
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