Publicado en El Mercurio, Miércoles 9 de mayo de 2007
Autor: Dr. José Eduardo Sanhueza, Consultor Internacional Cambio Climático y Desarrollo
Ya en 1896, el científico sueco Svante Arrenhius predecía que, como resultado de los gases emanados de las grandes chimeneas que proliferaban en los albores de la era industrial, se exacerbaría la propiedad de la atmósfera de retener calor y el planeta se calentaría, calculando que de doblarse la concentración de dióxido de carbono en ella, la temperatura podría incrementarse en 6 º C.
Esa sentencia quedó en silencio por 83 años.En 1979, la Organización Meteorológica Mundial convocó a una Conferencia sobre el Clima, donde por primera vez se consideró, a nivel internacional, el calentamiento global en curso como una amenaza para el planeta.
Desde esa fecha, los acontecimientos se sucedieron más rápidamente, comenzando por la instalación, en 1988, del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático -el foro que reúne a los científicos del mundo que trabajan en el tema-, seguido por el acuerdo de Naciones Unidas en 1990 de iniciar negociaciones a fin de establecer una Convención para enfrentar este problema de características globales, firmada en Río en 1992. Finalmente, como las transformaciones tecnológicas varían según la matriz energética de cada país, se adoptó en 1997 un Protocolo, en Kyoto, que cuantifica los esfuerzos diferenciados que los países industrializados deben realizar hasta el año 2012 para modificar sus patrones de emisiones de gases de efecto invernadero.
Desde esa fecha se han producido importantes avances: la incorporación de nuevos contingentes de científicos al estudio del tema, entre los cuales se cuentan chilenos, la mayoría del sector privado de los países industrializados está en pleno proceso de readecuación de sus sistemas productivos para que sus emisiones sean compatibles con los compromisos adoptados en Kyoto, y en el mundo en desarrollo aumenta el interés de sus empresarios, incluidos los nuestros, para participar de los beneficios económicos del denominado Mercado del Carbono, establecido en ese acuerdo internacional. No obstante, el cambio climático y sus consecuencias han permanecido en la esfera de conocimiento de un pequeño grupo "de iniciados", ajeno a la inmensa mayoría de los ciudadanos, incluida, en los países del tercer mundo, su clase política.
Esta situación ha variado radicalmente en los últimos meses. Hay razones para ello, como las manifestaciones evidentes de los impactos resultantes del calentamiento global que vive el planeta. Pero, indudablemente, ha contribuido un mensaje exitosamente amplificado a través del cine, enunciado por una figura internacional como es Al Gore, quien ha creado las bases para la inédita cobertura que la prensa ha dado a los informes que en estos primeros meses del año han publicado los tres grupos de trabajo del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.
Se ha argumentado que el mensaje de Al Gore es alarmista, pero ninguno de los escenarios con que ejemplifica su argumentación está descartado en esos informes. Lo realmente importante es que hoy, como nunca antes, se han leído los pronósticos que han estado haciendo los estudiosos de estos temas en el mundo desde 1990 y que, en lo sustancial, sólo reiteran hoy.
Y de esa lectura hay sólo una gran conclusión: como consecuencia del calentamiento global inducido por el hombre y que afecta al planeta, no es posible planificar el desarrollo económico futuro de las naciones descontando las pronunciadas alteraciones que este hecho producirá sobre la economía mundial tal como la conocemos hoy, tanto por los impactos directos y diferenciados que éste tendrá sobre las diversas regiones del mundo como por aquellos que se derivan de las medidas de respuesta para intentar aminorar este aumento de temperatura.
En estas circunstancias, es de esperar que cuando caiga el telón los que tuvieron la posibilidad de asistir a esta cita con Al Gore se retiren motivados a profundizar sus conocimientos en estos temas, para adquirir la capacidad de ver el mundo que se ha estado construyendo desde 1997, que les permita, por ejemplo, entender la razón de la existencia hoy de un G8 ampliado. Asimismo, que las autoridades gubernamentales asistentes se sientan motivadas a leer la Ley de la República publicada en el Diario Oficial del 13 de abril de 1995, para que comiencen, aunque fuere con retraso, a dar cumplimiento a lo que se establece en su Artículo 4, y comprendan que es hora de corregir errores, dándole a esta materia la relevancia que tiene y reinstalando su tratamiento en su lugar natural: en la esfera de gobierno donde se planifica el desarrollo nacional.
Autor: Dr. José Eduardo Sanhueza, Consultor Internacional Cambio Climático y Desarrollo
Ya en 1896, el científico sueco Svante Arrenhius predecía que, como resultado de los gases emanados de las grandes chimeneas que proliferaban en los albores de la era industrial, se exacerbaría la propiedad de la atmósfera de retener calor y el planeta se calentaría, calculando que de doblarse la concentración de dióxido de carbono en ella, la temperatura podría incrementarse en 6 º C.
Esa sentencia quedó en silencio por 83 años.En 1979, la Organización Meteorológica Mundial convocó a una Conferencia sobre el Clima, donde por primera vez se consideró, a nivel internacional, el calentamiento global en curso como una amenaza para el planeta.
Desde esa fecha, los acontecimientos se sucedieron más rápidamente, comenzando por la instalación, en 1988, del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático -el foro que reúne a los científicos del mundo que trabajan en el tema-, seguido por el acuerdo de Naciones Unidas en 1990 de iniciar negociaciones a fin de establecer una Convención para enfrentar este problema de características globales, firmada en Río en 1992. Finalmente, como las transformaciones tecnológicas varían según la matriz energética de cada país, se adoptó en 1997 un Protocolo, en Kyoto, que cuantifica los esfuerzos diferenciados que los países industrializados deben realizar hasta el año 2012 para modificar sus patrones de emisiones de gases de efecto invernadero.
Desde esa fecha se han producido importantes avances: la incorporación de nuevos contingentes de científicos al estudio del tema, entre los cuales se cuentan chilenos, la mayoría del sector privado de los países industrializados está en pleno proceso de readecuación de sus sistemas productivos para que sus emisiones sean compatibles con los compromisos adoptados en Kyoto, y en el mundo en desarrollo aumenta el interés de sus empresarios, incluidos los nuestros, para participar de los beneficios económicos del denominado Mercado del Carbono, establecido en ese acuerdo internacional. No obstante, el cambio climático y sus consecuencias han permanecido en la esfera de conocimiento de un pequeño grupo "de iniciados", ajeno a la inmensa mayoría de los ciudadanos, incluida, en los países del tercer mundo, su clase política.
Esta situación ha variado radicalmente en los últimos meses. Hay razones para ello, como las manifestaciones evidentes de los impactos resultantes del calentamiento global que vive el planeta. Pero, indudablemente, ha contribuido un mensaje exitosamente amplificado a través del cine, enunciado por una figura internacional como es Al Gore, quien ha creado las bases para la inédita cobertura que la prensa ha dado a los informes que en estos primeros meses del año han publicado los tres grupos de trabajo del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.
Se ha argumentado que el mensaje de Al Gore es alarmista, pero ninguno de los escenarios con que ejemplifica su argumentación está descartado en esos informes. Lo realmente importante es que hoy, como nunca antes, se han leído los pronósticos que han estado haciendo los estudiosos de estos temas en el mundo desde 1990 y que, en lo sustancial, sólo reiteran hoy.
Y de esa lectura hay sólo una gran conclusión: como consecuencia del calentamiento global inducido por el hombre y que afecta al planeta, no es posible planificar el desarrollo económico futuro de las naciones descontando las pronunciadas alteraciones que este hecho producirá sobre la economía mundial tal como la conocemos hoy, tanto por los impactos directos y diferenciados que éste tendrá sobre las diversas regiones del mundo como por aquellos que se derivan de las medidas de respuesta para intentar aminorar este aumento de temperatura.
En estas circunstancias, es de esperar que cuando caiga el telón los que tuvieron la posibilidad de asistir a esta cita con Al Gore se retiren motivados a profundizar sus conocimientos en estos temas, para adquirir la capacidad de ver el mundo que se ha estado construyendo desde 1997, que les permita, por ejemplo, entender la razón de la existencia hoy de un G8 ampliado. Asimismo, que las autoridades gubernamentales asistentes se sientan motivadas a leer la Ley de la República publicada en el Diario Oficial del 13 de abril de 1995, para que comiencen, aunque fuere con retraso, a dar cumplimiento a lo que se establece en su Artículo 4, y comprendan que es hora de corregir errores, dándole a esta materia la relevancia que tiene y reinstalando su tratamiento en su lugar natural: en la esfera de gobierno donde se planifica el desarrollo nacional.
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Nota de la editora: Haciendo click en las etiquetas de esta entrada, pueden encontrar todo lo que hemos publicado en esos temas, como energía y cambio climático. Por ahí también el informe Stern y la synopsis de la película "la verdad incómoda".
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