**Rodrigo Galleguillos es egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y formó parte del equipo que representó a la facultad en "The Copenhagen Competition"
Es lamentable constatar que la visión del cambio climático, expuesta en el artículo precedente por la autora, está muy extendida entre los empresarios. Un gran porcentaje del empresariado parece reducir la discusión ambiental a una pelea en blanco y negro, entre el "progreso" y el "ecologismo".
Esta situación puede producir impotencia e, incluso, rabia entre aquellos ciudadanos que desearían ver empresas realmente preocupadas por el medio ambiente. Refunfuñar, criticar y alegar incomprensión es ciertamente una posibilidad.
Sin embargo, la misma situación puede ser considerada como un reto para aquellos empresarios y/o emprendedores que sepan comprender y adaptarse a las condiciones que los gobiernos y consumidores imponen (e impondrán) como consecuencia del cambio climático. Así, tal como los dinosaurios sucumbieron ante los cambios que sufrió nuestro planeta, dejando paso a formas de vida que sí supieron adaptarse, las industrias que no se adapten a las nuevas circunstancias también sufrirán esta especie de "darwinismo económico".
En tal sentido, es posible rescatar algunos ejemplos. A comienzos de esta década, cuando surgió el boom del MP3 y las descargas por internet, las grandes compañías discográficas - en vez de adaptarse a los nuevos tiempos - se enfrascaron en innumerables litigios judiciales, tratando de mantener "su" esquema de negocios. ¿El resultado? Perdieron clientes y mercados frente a nuevas compañías que, dentro de la legalidad y respetando los derechos de propiedad intelectual, crearon nuevas formas de hacer negocios online (I-tunes de Apple, myspace y youtube como medios de promoción, generación de ingresos a través de recitales, videojuegos, etc.). La música no murió, como fue anticipado por los "expertos": sólo encontró nuevas formas de comercialización y distribución, generando nuevas industrias y empleos.
Una situación similar es la que actualmente atraviesan las automotrices norteamericanas. Acostumbradas a su liderazgo, no fueron capaces de prever - cuando estaban en buen pie - los desafíos que presentaba para la industria automotriz la escasez de hidrocarburos. En vez de anticiparse a la demanda por autos eléctricos, híbridos o - simplemente - más eficientes, sucumbieron ante sus competidores japoneses, quiénes supieron adaptarse a los retos ambientales y económicos.
Y respecto al Cambio Climático, existen innumerables ejemplos de empresas que han logrado posicionarse en sus respectivos mercados, manteniendo un estándar acorde al desarrollo sustentable.
Novozymes es una empresa danesa, que produce enzimas destinadas a reemplazar químicos en los procesos de producción. En la India, por ejemplo, trabajaron en el proceso de producción y tintura de telas, reemplazando sustancias químicas nocivas con el medio ambiente por agentes biodegradables. ¿El resultado? casi nulo impacto ambiental, disminuyendo ostensiblemente la polución de los ríos y generando mejores condiciones de vida para su comunidad; generando ingresos por ello.
Asimismo, existen empresas que han visto una oportunidad de negocios en el combate al cambio climático. CarbonFootprint se dedica a calcular la "huella de carbono" que cada uno produce en el día a día, ofreciendo la oportunidad de compensar dichas emisiones con la compra de bonos de carbono. De igual modo, la página web ofrece una alternativa a las tradicionales “listas de novios”, ofreciendo la posibilidad de plantar árboles en nombre de la pareja en cuestión.
Un servicio similar es ofrecido por ciertas líneas áreas internacionales, donde es posible calcular cuánto emitirás por volar a un destino determinado y puedes - en la misma página web - comprar los CER (certificado de reducción de emisiones) equivalentes a lo que estás contaminando. Huelga decir que no faltará mucho tiempo para que algún emprendedor chileno desarrolle alguna de estas ideas en el país.
En conclusión, es una lástima que aún existan sectores del empresariado que no se adapten a los nuevos tiempos. Lamentablemente, tal como ocurrió con las discográficas y como está ocurriendo con las automotrices americanas, las empresas que no sepan adaptarse se hundirán, trayendo consigo trabajadores y familias enteras. Sin embargo, las fuerzas del mercado proclives al desarrollo sustentable sabrán encontrar sus espacios y, muy probablemente, generarán nuevas industrias, empleos y permitirán abrir nuevos mercados a nivel regional. Si en el Siglo XX la causa ética del mundo fueron los derechos humanos, en el siglo XXI ésta será el desarrollo sustentable. Y tal como los consumidores exigieron que sus zapatillas hechas en China cumplieran con ciertos estándares laborales de fabricación, los consumidores exigirán que sus productos sean producidos respetando el medio ambiente, teniendo la menor “huella de carbono” posible en la producción, distribución, comercialización y almacenamiento final de éstos.Y es de esperar que los empresarios que provean dichos productos y servicios, provengan de nuestra generación. Así... ¿quién sabe si la próxima Novozymes no nacerá de jóvenes profesionales chilenos?
Fotografía: http://www.naturesgreenreleaf.com/Links.htm
3 comentarios:
Excelente columna. Comparto en gran parte su opinión. Sin embargo a mi juicio hay un tema importante que se deja de lado. Éste dice relación con el apoyo y promoción que deben dar los Gobiernos a este tipo de iniciativas. Es verdad que el empresariado debe asumir un rol y adaptarse a las nuevas realidades, pero no es menos cierto que un empujoncito nunca viene de más. Por lo mismo creo que es necesario se implemente una visión país para afrontar desde todas las aristas y con los incentivos adecuados un problema que si no es atacado oportunamente puede convertirse en el gran dilema del futuro.
Respecto del comentario, quisiera realizar algunas aclaraciones.
El Gobierno está dando señales claras del camino ha emprender. A este propósito basta leer la Ley de Fomento a las Energías Renovables No Convencionales (abril 08, n°20157), el aumento del presupuesto del programa de eficiencia energética, el Programa de Acción de Cambio Climático (enero 09), la reciente Política Energética Nacional (diciembre 08), la apertura de la licitación para subsidios a proyectos solares o la licitación internacional para la reducción de emisiones de CO2 en materia de eficiencia energética, sin contar con el trabajo de CORFO en la materia.
Estamos de acuerdo en que quisiéramos contar con medidas más agresivas y determinantes, que el marco normativo es aún incipiente y que no responde a la necesidad de incorporar nuevas tecnologías a la generación eléctrica. Lo importante de destacar en todo caso, es que la autoridad ha realizado avances significativos en la materia en un plazo muy breve y que por lo mismo se espera contar con cambios relevantes en el corto plazo. Ver un artículo interesante al respecto http://www.capital.cl/reportajes-y-entrevistas/verde-un-buen-negocio-4.html
Pilar Moraga
Profesora-Investigadora
Centro de Derecho Ambiental
Universidad de Chile
Resulta interesantísimo el debate. En efecto la bipolaridad de visiones es un tema que tiene muchas aristas. La profesora Pilar Moraga tiene razón en los avances que Chile emprende. Sin embargo, los articulistas y comentaristas apuntan a un tema de "cultura" que no solo afecta al empresariado sino que a cada habitante de este país. Los empresarios más proactivos, en general aquellos que compiten el los mercados internacionales (cada vez más "verdes") se adaptan naturalmente. Un gran porcentaje de la industria nacional no es exportadora, pero gran consumidora energética. No es que sean verdes o no verdes: son simplemente ajenos al tema, ya que se trata de pequeñas empresas, muchas familiares, o bien medianas, que recién están avanzando en la sustentabilidad ambiental. Y el gran "empujón" y educación en estos temas, no solo se inicia mediante educación formal, sino que estableciendo marcos jurídicos exigentes que posteriormente sean fiscalizados, y habiendo incumplimientos por los usuarios, sancionados adecuadamente. Muchas veces medianas y pequeñas empresas, ante situaciones de multa o sanciones incluso más graves, me han solicitado asesoría profesional. Pero han sido tan ostensibles las infracciones, que les he recomendado, otras tantas veces, que negocien con la autoridad una segunda oportunidad para realmente cumplir. De eso se trata: de cumplir la ley.
Y cuando Alberto Treitzman habla del empujoncito del Eestado, me viene a la mente el anuncio de Barak Obama, que anuncia a las "maltraidas" automotrices americanas que sus vehículos deberán adecuarse a exigentes estándares de "emisión" (lo que hasta la fecha no ocurría a nivel federal). Muchas veces el empujoncito es, nada mas o nada menos, que una decisión clara de política gubernamental que marque el rumbo a los privados, entre otros instrumentos, aplicando cabalmente la legislación ambiental. Porque a estas alturas, personalmente no puedo aceptar que solo el mercado regule todo lo que ocurre en nuestro planeta.
Saludos cordiales
Sergio Praus
Centro de Derecho Ambiental
UNiversidad de Magallanes
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