Ésta es una carta al director que el Mercurio no publicó:
Sr. Director:
En edición del 30 de junio, Genaro Arriagada aborda este tema por la sorpresa que le produjo la publicidad “Patagonia sin represas “ en que se advierte que torres de alta tensión serían inaceptables en la Isla de Pascua como también en Aysén. En primer término, debatir sobre este tema aún es prematuro ya que ningún proyecto de este tipo ha sido elaborado ni menos presentado al procedimiento que señala la Ley 19.300 y su Reglamento. Luego, me sorprende sus razonamientos para justificar no sólo las represas sino los tendidos de alta tensión, según él inevitables, sin atender a la contaminación visual y alteración de la estética o valor del paisaje, ya que desde el cargo que ocupara hace algún tiempo como Ministro Secretario de la SEGPRES, y por derecho propio, Presidente del Consejo Directivo de la CONAMA (art.71, Ley 19.300), debiera haber incorporado a su acervo ambiental dichos valores, cuya protección deben ser asegurados obligando a que un proyecto que los amenace debe presentar Estudio de Impacto Ambiental (art.11,Ley 19.300,literales b), d) y e).
Estos valores han sido hace mucho tiempo respetados en países más avanzados que el nuestro. Incluso la conservación de su riqueza de recursos naturales han sido motores determinantes de su alto desarrollo (Costa Rica, España). En países de la UE y en EE.UU. ya no se construyen represas hidroeléctricas. Incluso en algunos países de Europa minicentrales de energía eléctrica la obtienen a partir de la incineración de residuos domésticos.
La intervención de la Patagonia para construir tales represas no se justifica bajo ninguna consideración. El mito de que generar 1 kw/hora por hidroelectricidad/represa, es de menor costo comparativo con otras alternativas (eólica, solar, geotérmica,biomasa) no es más que eso. Nadie hasta la fecha ha logrado demostrar, con estudios imparciales, científico-técnicos – ambientales, por organismos de alta calificación y prestigio, que ello es efectivo, considerando no sólo los costos económicos sino los sociales y ambientales.
Dada la urgencia de cubrir la futura demanda de energía, que en el hipotético caso de insistir en represas en Aysén, ellas estarían operables alrededor de 2015, todo aconseja de una vez por todas fomentar y encarar el desarrollo de las energías no tradicionales las que podrían localizarse en diversas regiones del país, atendiendo las necesidades de poblaciones cercanas.
Prof. Sergio Montenegro A.
Director del Centro de Derecho Ambiental
Facultad de Derecho, U.Chile
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