19 marzo 2009

El Dakar sin SEIA



El rally Dakar realizado en Argentina y Chile no solo ocasionó una cobertura de prensa mundial, sino que ocasionó un gran accidente, un piloto muerto, y un revuelo entre los ambientalistas, que plantea un interesante problema, ¿Cómo podemos evaluar ambientalmente un rally?


Si nos apegamos a lo estricto de la ley de bases del medio ambiente, el artículo 10º no contiene en sus letras algo como “carreras de automóviles”, sino que contiene en su letra e) “Aeropuertos, terminales de buses, camiones y ferrocarriles, vías férreas, estaciones de servicio, autopistas y los caminos públicos que puedan afectar áreas protegidas.

Por lo que se ve en esta letra, se atiende a proyectos y actividades eminentemente estáticos y permanentes; así que este Rally no cabría dentro de esta definición, por ser móvil y por durar solo pocos días al año.

Además, no es desarrollado por caminos, como para pensar una interpretación forzada a la letra e) ya que la idea del Rally Dakar históricamente, es no usar caminos y tener latente la posibilidad de perderse de la ruta.

El impacto ambiental, causado por el paso de casi 600 vehículos en competición puede ser gigantesco, a pesar de que pase tan sólo una semana por zonas no urbanas. Se dice que las semillas del desierto florido que están esperando la brisa para germinar, pueden ser barridas completamente con el paso de un vehículo de competición, además de que la emisión de sus motores contribuiría a aumentar sustancias nocivas para la salud de la población.

La imposibilidad jurídica de obligar al Dakar a pasar por el SEIA no es un problema aislado, sino que demuestra que también pueden existir vacios en la legislación que permita a procesos potencialmente peligrosos sortear las medidas de control.

Si el Rally no pasa por una zona protegida o no afecta una cercana, es casi imposible hacer algo. No queda claro en el trazado 2009 si esto ocurrió, pero para el trazado 2010, que contendrá más etapas en Chile, hay que tener eso presente.

Ejemplos de deterioro de dunas, máximo placer de los rallistas, existen varios, uno emblemático es el ocurrido en la duna dragón de Iquique, donde el uso de vehículos o el sandboarding han ocasionado una deformación en las geoformas originales de esta duna, deformaciones que no pueden ser controladas de manera ambiental mientras no se haya declarado área protegida.

Lo mismo que ocurre así en la duna dragón, ocurre en todas las dunas por donde pasa el Dakar, tanto en Chile como en Argentina, sin control alguno.

En Argentina, se reclamó que no se realizaron los estudios de impacto ambiental , probablemente porque ocurrió lo mismo que en Chile.

Si en Chile hacemos un poco de “derecho-ficción”, y pensamos que uno de los tantos proyecto de ley para tipificar un delito ambiental en Chile, por ejemplo este proyecto, fuese ley, quizá tendríamos una forma de controlar actividades que eluden al SEIA.

Las soluciones a lo que significa el DAKAR pueden ser variadas, lo cierto es que algún debate hay que tener, para generar un resguardo ante los efectos adversos que este clásico Rally ocasiona.

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