Por Ezio Costa Cordella
(Ayudante Litigación Ambiental y CDA Facultad de Derecho Universidad de Chile)
Tratando de restar validez a quienes defienden el medio ambiente se han creado algunas estrategias que ya parecen sacadas de manual.
Una de ellas es argüir que los defensores tienen intereses creados y que por tanto sus opiniones debieran carecen de validez en la discusión sobre los reales alcances que tienen proyectos como el que quiere Endesa llevar a cabo en Aysén.
Este argumento de manual cae en un doble equívoco.
El primero dice relación con la importancia de los intereses. El hecho de tener intereses (patrimoniales) en que un proyecto no se lleve a cabo no es un motivo de descrédito, sino que por el contrario, constituye uno de los requisitos que nuestras Cortes muchas veces han estimado necesarios para interponer acciones judiciales en contra de estos.
El segundo se produce a la hora de obviar que hay muchas más personas intentando defender el medio ambiente, y en este caso intentando detener el desastre ecológico y económico que significaría inundar miles de kilómetros en Aysén, que sólo aquellas que tienen estos intereses.
Se produce, por lo ya expuesto, que aquellos de nosotros que no contamos con estos intereses económicos necesitamos de aquellos que si los poseen para tener alguna posibilidad de ser escuchados por las autoridades ejecutivas y los tribunales de justicia.
Por último, sospecho que la única diferencia entre los intereses del señor Tompkins y otros propietarios de tierras en Aysén por un lado y los de Endesa y del grupo Matte por el otro, es que los intereses de los primeros no poseen las influencias suficientes para ser calificados como “proyecto país”, mientras que los intereses de los segundos sí parecen tenerlas.
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